Enfoque individual

Antecedentes personales: hipertensión.

Anamnesis: Paciente de 36 años, acude por tumoración inguinal dolorosa que ha comenzado a notar desde hace mes y medio.

Exploración: abdomen anodino, palpación de tumoración dolorosa e indurada en ingle izquierda que no se modifica con Valsalva.

Pruebas complementarias: ecografía en atención primaria en la que se observa una estructura anecoica de 3x1,7x3,5 cm con imágenes ecogénicas a modo de «dedo de guante».

Enfoque familiar y comunitario

IABVD.

Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas

Hernia crural incarcerada.

Diagnóstico diferencial: granuloma venéreo, linfoma, adenitis inguinal, hernia inguinal directa, tumoración inguinal, absceso de psoas.

Tratamiento y planes de actuación

Tras la valoración inicial y sospecha de herniación versus granuloma con signos de posible complicación, se deriva a la paciente al servicio de Urgencias hospitalario donde, en una primera ocasión, se le da el alta con antibioterapia oral y antiinflamatorios.

Evolución

Dada la ausencia de mejoría, vuelve a consultar en urgencias pasada una semana, realizándosele entonces una punción de la colección que resultó en la salida de material seroso (con cultivo negativo) y la desaparición de la tumoración. Pasado una semana, la paciente acude a consulta de atención primaria por recidiva del cuadro consistente en la presencia de una tumoración dolorosa e indurada con signos locales de inflamación. En una nueva ecografía en atención primaria se aprecia una imagen sugerente de hernia incarcerada, con edematización de pared y signo «dedo de guante». Dado los signos clínicos y ecográficos, se remite a las urgencias de hospital donde, tras la realización de un TC de abdomen sin contraste, se le diagnostica de hernia crural que no se puede descartar que esté incarcerada. En vistas del hallazgo, se le ingresa en el servicio de Cirugía general y se procede a la reparación de la hernia crural unilateral, sin incidencias y con alta tras mejoría.

Este caso refleja la importancia tanto de la comunicación entre los diferentes niveles asistenciales como del conocimiento del paciente por parte de los médicos de atención primaria. Ambos constituyen pilares fundamentales para la atención precoz, eficiente e integral de nuestros pacientes, pues son herramientas que contribuyen a mejorar el abordaje, el diagnóstico y la continuidad asistencial