Atención Primaria.
Control analítico.
Enfoque individual
Hombre de 60 años con AP de IAM, HTA y DM II en tratamiento con: metformina, bisoprolol, IBP, AAS, lisinopril y atorvastatina 80 mg.
Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas
En analítica de control: ASAT 65, ALAT 109 y GGT 59, sin síntomas que justificara esta elevación de transaminasas. En un primer momento se decide bajar la dosis de estatina normalizándose las cifras en tres meses. En controles posteriores y según fluctuación de cifras de colesterol y transaminasas se pasa a atorvastatina 40, atorvastatina 20/ezetimibe 10 y ezetimibe 10 en monoterapia.
En una revisión refiere coluria por lo que se solicita: serología de virus hepatotropos y autoinmunidad que son negativos, así como ecografía con diagnóstico de colelitiasis.
Durante tres años tras colecistectomía y cambio a pitavastatina las transaminasas permanecen normales hasta que presenta episodio de coluria, mialgias y astenia. En analítica presenta un patrón colestático, IgG elevada y ANA normales. Se retira el tratamiento hipolipemiante y por sospecha de colangitis biliar primaria se decide derivación al Servicio de Digestivo.
Tratamiento y planes de actuación
En dicho servicio completan estudio y lo diagnostican de hepatitis autoinmune, iniciando tratamiento con tacrolimus, diuréticos y corticoides.
Tras una semana, en analítica de control: glucemia 497, Cr 1,68 y Na 128. Se deriva por descompensación hiperglucémica (corticoides) y fracaso renal agudo (tacrolimus/diuréticos), se suspende tratamiento con tacrolimus y se inicia insulina.
Evolución
Tras el alta cuadro de astenia y malestar, se cita presencial detectando hipotensión y desaturación, prueba covid positiva, ingresa por neumonía bilateral.
Unos meses después repiten ecografía con diagnóstico de cirrosis hepática, ascitis y varices esofágicas, que se han complicado con una hemorragia digestiva alta.
La hepatitis autoinmune es una enfermedad inflamatoria y crónica con una muy baja incidencia en nuestra sociedad. La clínica es muy variable y fluctuante, lo que puede retrasar el diagnóstico y, por ende, tener un impacto negativo en el pronóstico.
Como médicos de Atención Primaria debemos tener siempre en cuenta estas enfermedades menos prevalentes y una vez diagnosticadas continuar el seguimiento del paciente, habitualmente pluripatológico, coordinado con el hospital.