13-14-15 de noviembre de 2025
Mujer de 35 años que consulta por cefalea, visión borrosa intermitente y sensación de debilidad facial de una semana de evolución.
Enfoque individual
Paciente sin antecedentes médicos de interés. Acude a consulta por dolor de cabeza frontal persistente, dificultad para enfocar al leer y sensación de “rostro caído” del lado izquierdo. Niega fiebre, vómitos o alteración del nivel de conciencia. Refiere haber recibido recientemente una infiltración de toxina botulínica (tipo A) en frente y patas de gallo en un centro de estética “de confianza” no sanitario, dos semanas antes del inicio de los síntomas.
En la exploración se observa ptosis palpebral izquierda leve, asimetría facial sin parálisis completa, reflejos conservados, y fuerza muscular normal. Se descartan signos de alarma neurológica. Se realiza interconsulta telefónica con Neurología, que sugiere posible diseminación de la toxina.
Enfoque individual: Paciente sin consumo de tóxicos ni medicación habitual. Trabaja como administrativa y manifiesta haber acudido a dicho centro estético tras recomendaciones en redes sociales. No era consciente de que la toxina botulínica es un fármaco regulado y de uso exclusivo por personal médico autorizado.
Enfoque familiar y comunitario
Juicio clínico, diagnóstico diferencial, identificación de problemas
Dx diferencial: parálisis facial periférica, miastenia gravis, ACV, efectos adversos farmacológicos.
Juicio final: efectos adversos locales y sistémicos por administración inadecuada de toxina botulínica.
Tratamiento y planes de actuación
Actitud expectante y sintomática, seguimiento estrecho en Atención Primaria. Se informa a la paciente sobre el origen de los síntomas. Se notifica al sistema de farmacovigilancia. Se remite a inspección sanitaria la actividad del centro no autorizado.
Evolución
Resolución progresiva de los síntomas en tres semanas. Se ofrece apoyo emocional y educación sanitaria. La paciente manifiesta arrepentimiento y agradece el acompañamiento recibido.
Este caso alerta sobre el creciente uso de toxina botulínica con fines estéticos fuera del entorno sanitario regulado. Desde Atención Primaria, el papel educativo y preventivo es clave para proteger a la población frente a prácticas pseudomédicas con riesgos reales para la salud.